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lunes, 12 de noviembre de 2012

Una fábrica especial

¿Qué tiene el Salto del Pastor Canario que tanto cautiva? ¿Por qué enamora a primera vista esta práctica ancestral? ¿Qué encierra esta actividad que te deja enganchado y procuras, por consiguiente, no faltar ni un solo sábado a su cita?

Puede que la respuesta esté en el origen mismo de esta habilidad: saltar es un movimiento natural y placentero realizado por la necesidad de desplazarnos y descubrir, investigar, aprender, curiosear... El placer lo proporciona las sustancias de bienestar generadas (endorfinas, adrenalina, dopamina...etc.) y lo vivido, mientras lo aprendemos en la niñez: los juegos, la risa, la amistad, la autosuperación, la cooperación, la relación con el otro...

Esta práctica tan sencilla, útil y engatusadora vuelve a convertir a la Escuela municipal que el Tagoror Chiregua conduce cada año, en algo más que un gremio artesanal donde el aprendiz es instruido por el maestro; se convierte en realidad en una escuela viva, en una fábrica de enseñanza- aprendizaje recíproco, en la que el alumnado recibe y asimila los conocimientos y al mismo tiempo enseña al profesorado con su proceder, con sus éxitos y fracasos, con sus tanteos y descubrimientos (esto también nos ocurre en la escuela de Palo Canario).

Ayer volvimos a las huertas del Ancón a repasar lo aprendido en anteriores días. Después de clavar la lanza, calentar y estirar, Eduardo nos recordó la importancia de usar un buen calzado y ropa apropiada y ya con el astia en mano jugamos con el equilibrio y frenada y diferentes formas de deslizamiento a nivel de suelo.
El salto a pies juntos, objetivo fundamental de estas primeras sesiones, se convirtió en la parte principal de la clase, saltando en distintas alturas, intentando mecanizar los gestos que permiten que el salto sea correcto, seguro y fácil. Para ello insistimos en la colocación y presión de manos y brazos para garantizar la frenada, así como el acercamiento y el ajuste del garrote a nuestro cuerpo, según el peso y complexión de cada persona. Juan colocó bloques para iniciar el salto a precisión, explicando cómo hacerlo con seguridad y Fran insistió en la eficacia de la frenada para el logro de la misma. Yoli ayudaba en la corrección de unos y de otros, lo mismo que José Manuel. Y para combinar, iniciamos el salto de banda y practicamos la trepa. Algunos jugaron a deslizarse, paralelos al suelo, desde el muro, con el astia alejada del cuerpo pero bien asida a las manos y con un impulso, se acercaban a ella para caer con suavidad en un grácil salto a pies juntos. Bajamos y subimos las huertas varias veces ayudados por los alumnos del año pasado hasta terminar agotados. Y la clase terminó ya casi anocheciendo con el bastoneo el risco, con la ayuda de los miembros del Tagoror y el alumnado del año anterior.

Después del refrigerio, algunos fuimos a un guachinche y allí en torno a una mesa con mantel de hule, la escuela se transformó también en una fábrica de afectos con divertidos temas: las algas y el tofu, las lanzas cóncavas o convexas, la música tradicional o folclórica y la chispa que puso la graciosa y ocurrente camarera. Y como colofón la parranda totalmente “auténtica”, la isa-exprés bailada, las risas y carcajadas y al final, el tobillo contrariado de María José.

Echamos de menos a Jorge, a Laura, a Samuel, a Diana, a Almudena, a Tania y a Eduardo. Pero seguro que nos veremos el próximo sábado.

Un abrazo,

Petri

1 comentario:

  1. Que ganas de llegue ya el sábado para poder ver al grupo de nuevo y compartir otra ruta mas. Ya que el sábado anterior por problemas personales algunos no pudimos asistir. Un saludo a todos de ruso, diana, jorge y laura.

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