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viernes, 25 de enero de 2013


  Rojas: La laja y la palmera, aumentando el nivel…

La tarde estaba gris y amenazaba lluvia en todo el valle. El viento parecía susurrarnos que la clase de salto se suspendería. Por un momento, la duda se apoderó del profesorado y los más antiguos, por no arriesgar la seguridad del grupo, pero… las ganas y el entusiasmo de los alumnos nos llevaron hasta el municipio del Sauzal, donde Petri nos esperaba al inicio de la ruta. Si existía alguna posibilidad de librarnos del agüita, sería en Rojas...
Comenzamos la ruta con algunas gotitas que nos apuraban a darnos prisa,  a medida que avanzábamos  por el risco, el tiempo nos regaló la maravilla de un descenso seco y lleno de nuevas posibilidades para  los alumnos, que cada semana mejorarán más  su técnica y habilidades.
Ya comienzan a verse los frutos de la constancia, tanto de los más atrevidos y entusiastas como de los más prudentes.  Es maravilloso observar cómo comienzan a fijarse en los pasos más seguros, en qué camino tomar según sus posibilidades,  en respetar y  no pisar las matas, incluso a alguno más lanzado animarse a abrir camino, no dudar que son capaces de poner en práctica lo aprendido hasta ahora.
Cuando los observo no puedo dejar de pensar en lo que yo sentí cuando también era alumna y lo que aún siento cada vez que brinco: el esfuerzo personal por vencer miedos y límites autoimpuestos.  Al verlos disfruto de sus propios logros y de compartirlo con ellos.
La ruta comenzó con bastoneos  y pequeños saltos a pies juntos por el terreno lleno de vegetación debido a las lluvias del invierno, da gusto poder disfrutar de la gama de verdes que ofrece el risco.  Llegamos a un punto donde debíamos escoger, más sencilla a la derecha o una laja maravillosa hacia la izquierda.  Juan decidió que los alumnos ya estaban preparados para la diversión de la laja y la precisión en el ascenso y descenso de ésta, disfrutar de bastoneos más verticales y  meterles la jiribilla en el cuerpo de poder llegar, en próximas rutas, hasta las numerosas y espectaculares cuevas que ofrece la zona.  En pocas semanas las exploraremos…
Al llegar al final aprovechamos los elementos del entorno; muros, bancos, escaleras para continuar afinando la técnica y aumentando el nivel de dificultad y, nuevamente los alumnos me dejaron boquiabierta realizando saltos cada vez más altos, saltos de banda de distancias más largas e, incluso algunos, regatones muertos..
Cada fin de semana el salto se convierte en una cita ineludible, está claro que tanto a los “viejos” como a los “nuevos”,  el salto del pastor nos tiene atrapados.
Yoly

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