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martes, 22 de diciembre de 2015

¡Lo que hay que hacer!


  (19 de diciembre )

     ¡Lo que hay que hacer por una                caña y una tapa!


Sábado. 16:00h. Encuentro con el grupo.

Te dan un palo bastante largo, al que le dicen lanza.


Luego te hacen subir a pie por una cuesta súper empinada. Ya cuando llegas arriba, disimulando el sudor con una sonrisa de ‘qué bonito es esto’,  te hacen volver a bajar por la ladera – súper empinada. Esta vez con la ayuda de ese palo súper largo al que llaman lanza. 

              
           ¡Menos mal que arriba hay unas vistas                                  impresionantes! 

       Por ejemplo  unas olonas que, despeinadas por el viento, dejan escapar nubes de espuma que suben por todas esas mismas laderas (súper empinadas). Todo ello visible por la iluminación del bajo sol invernal – ya queda menos para el solsticio – que se reparte desde el valle hasta la isla baja!
          Una vez abajo, todavía falta una hora para la hora de la caña y la tapa, así que no queda otra que ir a los bancales de por ahí a practicar más saltos: el de precisión, el salto a banda, más bastoneo… no me acuerdo de todos los nombres pero ‘me lanzo’ (nunca mejor dicho) igual. Y paso un rato formidable con toda la gente del grupo, que como yo han convertido el sábado tarde en un momento sagrado de la agenda semanal!

           Finalmente el sol se convierte en nuestro aliado, anunciando su retirada. Nos vamos. Próxima parada: en el bar con la esperada caña y tapa!
Yo soy más de vino, ¡pero por esto del salto soy capaz de aficionarme a la cerveza!
          Gracias a los monitores, Juan y Javi, por ese tiempo y paciencia que nos regalan. Y a todos lo mejor para estos días y muchos saltos en el año que viene.
                                                                                              Carsten.

lunes, 7 de diciembre de 2015

¡yo también quiero ir!




Diario de bastoneo.  Sábado 5 de diciembre


Hoy los monitores, considerando el todo, optaron por poner a prueba a los alumnos subiendo el nivel de dificultad del brinco.








Nos dirigimos al Puntillo del Sol, a Rojas. Acompañados de una agradable calima que , no obstante, no permitía la visión nítida del sol: creaba una luz peculiar, que en sintonía con el lugar, daban un valor añadido a la iniciación de los alumnos.

 
Había un poco de tensión entre las “cabras” novicias armadas de lanzas; la presencia de los monitores y de algunos veteranos del grupo, permitían mantener la calma, desarrollar el conocimiento y las técnicas adquiridas, y disfrutar de lleno la ruta. 





Puesto el sebo, se abrazaron las lanzas y nos dirigimos al risco. Algún perro viejo adelantó al grupo siguiendo su ritmo, y las “cabras” mas jóvenes e inexpertas acabaron igualmente la ruta más despacio, con alguna dificultad que es parte del juego, siempre bajo el control atento de los monitores.

Terminada la bajada, los monitores revisaron algunas técnicas y enseñaron nuevas, para disfrutar más la próxima vez y saber solucionar algún pasaje complicado que se nos pueda presentar bajo el control atento de los monitores.



Como siempre, risas y cachondeo no han faltado desde el principio, y para coronar el día precioso, seguimos después de reponer las lanzas y desatar botas con una buena cervecita

( Mirko)


viernes, 4 de diciembre de 2015

LA COSA SE COMPLICA.






Otro sábado mas disfrutando de nuestra cultura canaria, con los dedos cruzados para que no nos llueva. Esta vez hemos vuelto a territorio Shakira, por la zona de las Veguetas municipio de la Orotava.

Este sábado la cosa se complicó aun más, pero más que nada para adquirir confianza en la lanza y ver el aprovechamiento que le podemos dar.

Comenzamos la tarde calentando motores, caminando hacia la zona de la Vegueta por la carretera estrecha que si no me equivoco va al aparcamiento de la playa del Bolluyo. Llegados al comienzo del camino de la costa paramos en lo alto de un barranquillo de cabra, piedras y escombro en donde practicamos bastoneo, descendiendo hasta el fondo del mismo y tomando precauciones con las piedras que ruedan...¡ parece una tontería pero la bajada tiene su cosa!

Una vez llegados al fondo, caminamos entre una pequeña selva de rabo gato hasta que enlazamos de nuevo con el camino de la costa. Nos dirigimos  a echar unos saltos en el barranco de las Arenas, observando a los más veteranos haciendo “Spiderman”.

Más tarde, se complicó  la cosa, nos fuimos  a saltar a unos canteros que están al lado de este barranco con paredes de unos 3 o 4 metros, aquí ya la tensión se le sube a más de uno y se escapa algún suspiro que otro. Practicamos varios estilos, más que nada para irnos acostumbrando a salir con la lanza pegada al cuerpo y hacernos una idea de lo que nos podemos encontrar por ahí.

En mi caso, me ha costado mucho y he acabado con dolor de antebrazos por no pegar bien la lanza al cuerpo, para la próxima saldrá mejor. Y para terminar la estupenda tarde vamos a echarnos la tapa de 1,50 y reponer las energías perdidas.

AMADEO

jueves, 26 de noviembre de 2015

De las Breñas a las Cañas

 
La tarde me gritaba que buscara refugio seguro, de la misma manera que las noches oscuras me gritaban de niña que me refugiara en la cama de mis padres. Ese maravilloso espacio de tan solo 1,35m capaz de contener todos mis terrores, mis pasiones, mis necesidades…

Llegamos y todo el equipo ya estaba organizado en coches para dirigirnos hacia el Sauzal, con las lanzas cargadas, dispuestas a ser empuñadas.

Con el cuerpo aún entumecido y con la lanza al hombro, me alongué desde el Mirador de Las Breñas. ¡Ese era otro refugio! y la lanza a mi lado, mi cómplice. Yo la miraba con recelo… llevábamos dos semanas sin vernos y estábamos un poco desconfiadas la una de la otra. A mi me daba fuerzas mirar al horizonte y sabía que poco a poco iba a poder entregarme de nuevo a ella.

Comenzamos a descender por el Sendero de las Breñas, las rodillas temblorosas ante el espectáculo de verticalidad del paisaje, le pedían auxilio a la lanza. Y ahí estaba ella, dispuesta a darme el apoyo incondicional. La desconfianza fue cediendo, hasta que la convertí en mi cómplice.  Por momentos pasó de ser un bastón a ser mi tercera pierna… solo por momentos… que aún queda mucho por avanzar…

Se entremezclaban la excitación que provocaba el propio paisaje, los nervios por la proximidad del abismo que quedaba a nuestra derecha, el ansia de apoyarnos en la lanza y dar brincos. ¡Fue un descenso excitante!
Ya en las terrazas que quedan en la base de la loma y próximos al mar, pudimos intimar con la lanza. En ocasiones jugábamos con ella, otras veces nos peleábamos… Cuando la riña era muy grande siempre aparecía un monitor o un compañero/a para ayudarnos a reconciliarnos.  ¡Y lo conseguían!

Un espectacular ocaso nos persuadió de comenzar a subir. ¡Qué mejor señal!
El ascenso puso a prueba mi resistencia física y mental. El sol se escondía a medida que yo perdía fuerzas, dejando a cada paso una fotografía sin igual. Con Juan sosteniendo mi debilidad ¡logramos llegar al ansiado Mirador!
¡La caña nos esperaba!

 Gazmira

 

 





viernes, 20 de noviembre de 2015

Brinco a brinco




El sábado  nueva sesión de brinco,   a la mayoría les cogió apurado que casi no llegan, pero las ganas de aprovechar un buen día, hizo que la asistencia fuera plena.  Los progresos se van viendo y la confianza de los monitores  en los nuevos alumnos,  nos permitió una  pequeña salida por la zona, ya en terreno más “salvaje”, este sábado tocó ruta desde el mirador de vista paraiso.
Un poco de calentamiento y a brincar….
 
Comenzamos en el sendero que nos lleva desde el mirador hasta la playa del Ancón, toca practicar bastoneo, brinco a pies juntos y de precisión, y quien se atreva y lo vea claro de lado a presión. 



Los más veteranos aprovechan la ocasión y optan por una ruta diferente, más en su línea, los que nos iniciamos vamos por el sendero buscando el brinco, y siguiendo los consejos de Juan y Javi. En el terreno los saltos requieren de un poco más de atención,  te obligan a esforzarte un poco más y el brinco adquiere más “vidilla”, hay que  asimilar el medio en el que nos estamos moviendo, y fluir con él. 

La ruta  se nos pasa volando y como aún nos quedan un poco más de fuerzas, nos vamos a las huertas, para que el cuerpo se vaya acostumbrando.  Una tarde muy buena, con un final en el bar para reponer las sales perdidas y  contar experiencias.
 Ivan



domingo, 15 de noviembre de 2015

María ya salta familia!!!!!


Latas, astias, garrotes y palos son parte de mi vida. Herramientas de trabajo, de defensa, de orgullo, de diversión,…Herramientas de hombres. Territorio prohibido para mujeres en mi familia, con la excepción del palo -juego del palo-


 
Tatarabuelo, bisabuelo, abuelo, tíos y mi padre. Todos cabreros. Saltadores todos.

 
 
Quiero abrir una grieta, una brecha por la que arrojar todos los prejuicios. Quiero aprender a saltar. Lo voy a intentar…Han tenido que pasar más de veinte años para que, con el aliento y la complicidad de “mi hermana”, me decidiera a aprender.

 

Gracias al Tagoror Chiregua por la paciencia para enseñarme, para corregirme, por la confianza, por la experiencia, por la oportunidad,…Mi reconocimiento por el trabajo, el empeño, la constancia, el empeño,…por rescatar, mantener y difundir tradiciones que forman parte de nuestra historia, de nuestra identidad.

 

 

María (“la nueva”)

 

 

PD: Terminé felizmente agotada y repleta de ganas de repetir.            





 

jueves, 5 de noviembre de 2015



Era una tarde muy lluviosa y varios mosqueteros del Valle necesitaban afilar  sus lanzas para continuar el camino.

Tuvieron que recorrer un largo sendero por la montaña hasta encontrar el lugar donde un hechicero realizaba su magia con el fuego.

La entrada era oscura y peligrosa porque la lluvia lo tenía todo empapado y era fácil resbalar.

Cuando llegaron, sus ojos no podían dejar de observar todo cuanto había en aquel lugar: cuernos de cabra, ceniza de diferentes colores, artilugios de hierro, etc. Cualquier objeto podía servir al mago para realizar un buen hechizo.


Los mosqueteros entregaron sus lanzas y él comenzó su encantamiento con el fuego. Un caldero con carbón encendido y una corriente de aire que lo avivaba eran suficientes para dar comienzo.

Los regatones iban cambiando de color con la temperatura. Aquel hombre era tan sabio que conocía el momento exacto para sacarlos del fuego y darles forma.

A golpe de martillo saltaban chispas en todas direcciones e iluminaban las caras de los mosqueteros.




Con paciencia y pronunciando las palabras adecuadas el mago moldeaba aquellas maravillosas lanzas que tantas historias podían contar.

Todos estaban hipnotizados con el color del fuego y la destreza con la que aquel mago recuperaba la forma original de sus lanzas.

Animados por el hechicero, dos de ellos se atrevieron a dar los últimos golpes con mucho esfuerzo.

Los mosqueteros quedaron muy agradecidos al mago por su magia y pudieron continuar su viaje.
Mai


lunes, 26 de octubre de 2015

Brincos y Truenos


Salto del pastor, día 2.  
Amenazaba lluvia. Las islas vivían inmersas en un nuevo temporal que ya había hecho estragos en diferentes puntos. No sería excusa. Los/as intrépidos/as brincadores/as llevaban una semana esperando para volver a empuñar sus lanzas. Y ahí estaban de nuevo, puntuales y a punto, engrasándolas para retar al camino. Tras los preparativos iniciales comenzaron de nuevo la ruta, volviendo a bajar por el barranquillo, esta vez no sólo bastoneando sino desafiando todas las paredes y obstáculos dignos de ser brincados.

Tras continuar la senda que regala una hermosa panorámica a la playa de Los Patos, de nuevo llegaban a las terrazas, abandonadas para la agricultura, aprovechadas para el salto. Allí, ejercicio a ejercicio, se pulía la técnica: salto tras salto, subir y bajar, una y otra vez, la ilusión brincando también por encima del cansancio. A lo lejos se escuchaban los primeros truenos, que ponían banda sonora e incertidumbre a la tarde. Poco después, la amenaza de lluvia, dejaba de serlo, convirtiéndose en realidad. Se había acabado la tarde, dejando una nueva enseñanza: la lluvia y el agua son incompatibles con el salto, la lanza mojada es muy difícil de frenar, así que tocaba emprender el camino de regreso.


    Tras subir de nuevo el barranquillo, esta vez con la lanza al hombro, y algo apesadumbrados/as por el prematuro final de la sesión, la tarde decidió darles una segunda oportunidad. La lluvia cedía, las nubes se alejaban, el sol volvía a aparecer radiante…tocaba seguir brincando.

 
Tras otra pequeña práctica en las escaleras que bajan al barranquillo, se decidió poner rumbo entre plataneras, caminando hacia El Ancón. Al final de la carretera tocaba un nuevo sendero, risco arriba. Tocaba bastonear la subida y brincar la bajada. 






 Los más experimentados aprovecharon para extremar la travesía, unos subiendo, hasta que la vista prácticamente no alcanzaba a localizarlos. Otros, bajando, hasta la playa, donde terminarían la tarde con un refrescante baño. El resto regresaba, agotado y feliz, tras otra maravillosa jornada de salto.

Tocaba reponer fuerzas, entre anecdotario y caña-tapa, un broche maravilloso a una tarde maravillosa.

Marcos