GATUS GATUS
Con éste nombre científico del gato bautizo la misión
del Sábado día 7 de Febrero en el llamado Barranco de Masca. Al adentrarnos en
los abruptos senderos del mismo nos topamos al son de un “bailaaaaando, bailaaaando”
con un cartel que advertía de la peligrosidad de pequeños seres que en la soledad nocturna del barranco se habían ido poco a
poco asilvestrando. Pero nuestra misión aquel día no era tenerle miedo a éste
gato, al gato que había que temerle es al que con los años ha invadido nuestros
barrancos y ha hecho desaparecer muchas de nuestras especies autóctonas; el
llamado RABO DE GATO ( ta ta tachaaan).
Nuestra jordana matutina comenzó con un reencuentro en
el Local del Tagoror para enfundar en el coche de Fran nuestras lanzas, el
apoyo de cualquier saltador; ya montados en burro, fuimos camino del Barranco,
hacía frío, pero el calor y los nervios de una jornada que se presentaba cuánto
menos divertida nos hacía olvidar cualquier adversidad climática. Hasta
pensábamos en el bañito regenerador con el que solemos acabar nuestras rutas.
Allí nos encontramos con la asociación Abeque y otros valientes luchadores de
RABO DE GATO, cogimos nuestros útiles de limpieza y en la guagua rumbo a Masca
dieron una serie de instrucciones para aquellos que eran nuevos en ésta lucha.
Esta vez nos acompaño Gregorio, un pastor muy sabido de estas tierras, que
dirigiría a algunos por las rutas del barranco. Al llegar, hicimos grupos; con
lanza, sin lanza y maestros de la lanza, capaces de introducirse en los lugares
más recónditos a los cuales el rabo de gato había llegado. Fue una buena
recolección, enfundamos en bolsas todo resto de semilla en busca de una buena
solución que la erradique. Nos reunimos y a las 4 nos vemos a las orillas del
mar, ¡¡¡miren para arriba!!!, nos decían, uno estaba tan inmerso a veces en no
perder el camino, que olvidaba los maravillosos parajes de éste barranco, con
sus cuevas y sus imponentes paredes laterales, negras, marrones, blancas….un
paraje que a cada visita nos cuenta nuevas historias.
Ya en la costa, visitamos la cueva de los ingleses,
una cueva llena de más cuevas internas donde hay restos de nuestros antepasados
y alguna que otra pardela que perdió rumbo. Lo que daría cualquiera por poder
vivir en aquella cueva, silenciosa…; el mar y tu, el barranco y tu y en la
noche…la tranquilidad y tu.
La vuelta en barco
fue maravillosa, vimos las paredes desde otra perspectiva; los gigantes
imponentes y ya pensando en otras rutas mas cercanas a ellos, más verticales
quizás que ellos mismos.
El retorno por Santiago del Teide nos permitió
observar algún almendro en flor que nos amenizó una apresurada vuelta que Garo
y yo esperábamos por un comienzo temprano del carnaval. En la guagua, agotados,
algunos caímos rendidos al calorcito de la gente y la buena música de nuestro
chofer. Conversaciones diversas nos dejaron con las ganas de una nueva ruta en
compañía de gente llena de leyendas.
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