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lunes, 16 de febrero de 2015


                                                                                  

    Ruta de Chamorga ( domingo 15 de febrero)

                  
Después de un año sin aparecer por el colectivo, nos cuadró la ruta de este Domingo, sobre todo porque pudimos llevar  niños.
Como siempre , nos encontramos en el colectivo para salir tempranito hacia la ruta. Después de un largo camino, el cortadito y las infusiones en el albergue de Anaga recargaban de calorcito el cuerpo.
                         


 Salimos rumbo a Chamorga. La verdad que me    hacía mucha ilusión esta ruta porque es una   parte de la isla que conozco poco y una amiga alemana siempre me la nombraba, la verdad, ¡¡¡ qué vergüenza!!! Y yo sin conocer esta bella zona hasta hoy.




Es una ruta preciosa sobre todo por la gran rica vegetación de su paisaje. Después de dejar aparcados nuestros coches en Chamorga, comenzamos nuestra ruta. Caminamos bastante rato en dirección a la Cumbrecilla. Por sus orillas, nos fuimos encontrando con toda clase de flora. Lo primero que fuimos viendo fueron los bicácaros con preciosas flores en forma de campanilla, también nos encontramos con acebiños, brezos, barbuzanos, cruzadillas, lechugones,  inciensos que desprendían un aroma por todo el camino. Esta flora es típica de monteverde o laurisilva, que  se da en esta zona de Tenerife, junto con La Gomera y La Palma donde queda esta  vegetación típica que pertenece a la era terciaria hace unos 20 millones de años.

    
     

La caminata fue tranquila, acompañada de los niños del grupo. Disfrutando a su vez de las vistas que nos ofrecía el lugar.
Los saltadores por el risco, bajando con cautela por el abrupto terreno. Desde abajo veíamos sus peculiares saltos y nos fascinaba su agilidad.
A mitad de camino, intercambio de lanza y ahora soy yo la que salta. Siguiendo a Pedro, que hacía campo a través por el sendero, hasta encontrarnos con Javi . Los demás por su ruta de risco.






















Me daba un poco de respeto después de tanto tiempo sin saltar y prefería los bastoneos y pequeños saltos.
Al final de la ruta, llegamos a Roque Bermejo donde comimos y disfrutamos de la tranquilidad del lugar, oyendo el vaivén de las olas. Algunos más atrevidos se dieron un chapuzón.
Lo peor del día, la vuelta, pero con humor fuimos pasando el rato y después de una hora y media llegamos al Bar de Álvaro donde nos relajamos con unas cervecitas.

 










                            

                                         
Repetiremos la próxima semana.
Un saludo a todos
Cristina


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