Domingo 15 de marzo
La ruta del Gollete la hicimos subiendo desde la Caldera
en parte por el Camino de Candelaria que fue uno de los referentes obligados
para trazar el entramado de rutas para brincar en el encuentro Taoro 2010.
En
aquel momento El Gollete se nos descubrió así, ante nuestros ojos, como uno de
aquellos elementos poco visibles de esta comarca que buscábamos y no podíamos
dejar de encontrar. Por eso hoy cogemos retazos de aquella descripción para
relatar lo visto y disfrutado el domingo pasado.
En la subida la vegetación riquísima, el día soleado y la
diferente orografía nos animó para no desfallecer.
En el descenso partimos de
Las Crucitas, dejando de lado el Parque Nacional para introducirnos en
una vereda con abundante pinar reforestado que nos condujo hasta el Gollete.
Esta piedra, desafiante perpetua de la gravedad, da nombre también al risco
donde se asienta. Este, encaramándose como atalaya entre el espeso pinar
canario, pone a nuestros pies la espléndida visión de todo el Valle de Taoro,
dominado por el Teide. Echando la vista atrás, al noreste, se levanta
desafiante el Morro Guanchijo, adivinándose tras él el Roque Jilargo; ambos
presiden los altos de Los Órganos. Estos, que sólo pudimos admirar cuando
llegamos a sus pies, son el espectacular y mejor ejemplo de la furia erosiva de
la naturaleza en la parte suroriental del Valle.
Después de bordear el Gollete hacia el poniente, pudimos
observar la única fuente, de su mismo nombre, que se conserva en varios
kilómetros a la redonda, y donde un hermoso ejemplar de Bencomia sacia su sed
perpetuamente.
Luego, portentosos ejemplares de pino canario guiaron nuestros
brincos, como el Pino Cambado, que hace honor a su nombre y que nos anunciaba
nuestra pronta llegada al Camino Forestal.
El uso de bastoneo y pequeños brincos a pie juntos o de
banda, fueron indispensables durante el trayecto descrito, pudiendo disfrutar
del mismo y de la práctica del Salto del Pastor con un riesgo mínimo, aunque
debimos incrementar la precaución en tramos erosionados y en otros, los más,
por la presencia de pinocho.
Ya en el Camino Forestal −muy transitado en una época para los aprovechamientos forestales y ahora rehabilitado−, pudimos optar por hacer saltos de poca dificultad en las sucesivas y repetidas curvas.
Los muchos barrancos que nos acompañan durante el descenso
crean unos microclimas que permiten la existencia de comunidades vegetales de
cotas más bajas y húmedas, como en la base del Roque Guanchijo, donde podimos apreciar
Laureles, Follaos, Palo Blanco y unos interesantes ejemplares de Madroños
entaliscados que desafían la gravedad. A la altura del Camino Forestal nos
llamará la atención la gran densidad de Bencomias, y también la abundancia de
Brezos, Fayas y Follaos que crecen a la sombra de pinos de gran porte.
La
vegetación del tramo final, en el Barranco de la Arena, está caracterizada por
un bosque mixto, de pinos, laurisilva (monte verde) y castaños, entremezclados
con antiguos terrenos de cultivo.
( y como regalo final de ruta, el ratito de compartir
lo vivido con unos vasitos de vino …y demás viandas…)
(Tagoror Chiregua)
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