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lunes, 8 de febrero de 2016

El Ancón

Hacía tiempo, no mucho ni poco, que no me cuadraba un sábado para salir de ruta con los/as amigos/as del salto del Pastor, así que me sentía con el gusanillo de aventura saltarina. Preparamos las lanzas en el local y salimos en la furgoneta todos/as juntos/as, los/as Cinco, en dirección a San Úrsula. En un pils-plas llegamos al inicio del camino, que nos llevaría brincando por el acantilado hasta el hermoso espacio natural de El Áncon.






Recorriendo mis propios pasos y siguiendo al grupo de los Cinco, iba tomando contacto con mis pies en el interior de las botas, observando mi seguridad y equilibrio, cuestionándome mi habilidad en este arte y práctica (me pregunto ahora si existen o han existido mujeres que sean un referente histórico en el Salto del Pastor).

Para empezar, la marchita carnavalera, un brinco de consideración en la ruta, que me aceleró el ritmo cardíaco. El monitor allá abajo, lo ves muy abajo, mirándote, dando indicaciones precisas, acompañándote y deseando que te entregues a la lanza y, que sobre ella, te deslices como una pluma hasta el suelo, con una sonrisa en la cara. Lo increíble es que realmente se trata de algo que va ocurriendo. Al menos algo parecido me ha sucedido a mí esta tarde. El cuerpo como protagonista, haciendo. La mirada agudizada, la respiración que se expande y se retrae, los pies buscando el apoyo, soltándose para que la lanza haga, precisamente, su función con nuestro cuerpo en la pared y la roca.

Y a lo lejos, el cielo y un horizonte azul grisáceo cruzando con el mar. La luz de la tarde suave, ni nublado ni soleado, ni frío ni calor. La marea vacía y el brillo negro de la arena... qué belleza de playas tenemos tan cerca…


Llegamos saltando, bastoneando y en mi caso también medio reptando. También me tocó una sentadilla salvada, que me brindó impulso para el tramo final, pues pienso que es raro caerse dos veces muy seguidas (recuerdo de niña pensar “hace tiempo que no me caigo” hasta que me volvía a pasar).

Para festejar la vuelta uno de los Cinco capturó unas parchitas tropicales que endulzaron el regreso, lanzas al hombro.
 

Qué ganas de que empecemos pronto las salidas!

Con mi cariño, Lourdes.

Parchita


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